PABLO GUADARRAMA GONZALEZ, ENTRE ANACRONISMO Y UCRONISMO

PABLO GUADARRAMA GONZÁLEZ, BETWEEN ANACHRONISM AND UCHRONISM


10.14718/CulturaLatinoam.2023.38.2.11



Leonardo Tovar González

Fundación Universitaria San Alfonso
0000-0001-5510-5377
leotovar@gmail.com


El presente artículo corresponde a la intervención del autor en el lanzamiento del libro de Carlos Rojas Osorio, Pablo Guadarrama González, filósofo latinoamericano, llevado a cabo el jueves 8 de junio de 2023, en la Universidad Distrital de Bogotá.


Fecha de recepción: 1 de septiembre de 2023;
Fecha de aceptación: 30 de diciembre de 2023.


Referencia: Tovar González, L. (2023). Pablo Guadarrama González, entre anacronismo y ucronismo. Cultura Latinoamericana, 38(2), 238-245. DOI: http://dx.doi.org/10.14718/CulturaLatinoam.2023.38.2.11



Resumen

A propósito del estudio de Carlos Rojas Osorio sobre su obra, el artículo ofrece una valoración general del proyecto historicista desarrollado por Pablo Guadarrama González dentro del latinoamericanismo filosófico. Se muestra la relevancia de los aportes del cubano a la historia de las ideas filosóficas latinoamericana desarrollada por Leopoldo Zea, Arturo Andrés Roig y otros pensadores. Además, se señalan los límites de este enfoque historiográfico, con base en cuestionamientos surgidos de la historia intelectual de corte neopragmatista y otras perspectivas. En resolución, se reivindica, no obstante la vigencia de este tipo de estudios, siempre y cuando entablen diálogos con los actuales giros decolonial, feminista e intercultural en el seno del filosofar latinoamericano.

Palabras clave: Filosofía de la historia; filosofía latinoamericana; historia de las ideas; historicismo; humanismo.


Abstract

Regarding Carlos Rojas Osorio's study of his work, the article offers a general assessment of the historicist project developed by Pablo Guadarrama González within philosophical Latin Americanism. In the affirmative, it shows the relevance of the contributions of the Cuban thinker to the history of Latin American philosophical ideas developed by Leopoldo Zea, Arturo Andrés Roig and other thinkers. In the negative, it points out the limits of this historiographical approach, based on questions arising from the intellectual history of neo pragmatist court and other perspectives. In the end, the validity of this type of studies is vindicated, as long as they establish dialogues with the current decolonial, feminist and intercultural turns within philosophizing Latin American.

Keywords: Philosophy of history; Latin American philosophy; history of ideas; historicism, humanism.



¿Es Pablo Guadarrama González un filósofo pasado de moda? Mejor dicho, ¿el modo de hacer filosofía de Pablo Guadarrama González está pasado de moda? Y, dado que Pablo Guadarrama González hace filosofía latinoamericana, ¿la filosofía latinoamericana está pasada de moda? Estos son interrogantes políticamente incorrectos y filosóficamente impertinentes que me asaltan después de leer Pablo Guadarrama González, filósofo latinoamericano, el pormenorizado libro en el que el filósofo colombiano radicado en el Caribe, Carlos Rojas Osorio (2022), reconstruye la obra latinoamericanista del cubano residente en Colombia.

Después del ítem inicial, en el que se ofrece la semblanza intelectual del autor estudiado, la monografía discurre a lo largo de veinte capítulos más, en los que se analizan a profundidad todas las facetas del pensamiento filosófico de Guadarrama. El segundo, el tercero y el cuarto capítulos están dedicados a aspectos generales, como su concepción sobre la filosofía, el método historiográfico y su filosofía de la cultura. Entre el quinto y el décimo capítulos se resumen las lecturas de Guadarrama acerca de la historia de las ideas filosóficas en Cuba y América Latina. Los tres siguientes apartados abordan cuestiones epistemológicas, mientras el decimocuarto y el decimoquinto se centran en la problemática del marxismo. Los cinco acápites finales recogen el pensamiento político del filósofo caribeño, alrededor de temas como la democracia, la integración latinoamericana y el humanismo.

Sin duda, luego de leer este libro, no podemos menos que admirar la enjundia del proyecto filosófico de Guadarrama que, como ha mostrado Eduardo Devés (2020), en su cartografía de los "estudios eidéticos" latinoamericanos, con su enfoque humanista, por sí solo ha inspirado una línea de trabajo en la historia de las ideas continental.

Luego de agradecer a Rojas Osorio por su dedicada recapitulación, quien esto escribe no tiene óbice en declarar que, a una escala infinitamente menor, también él ha intentado filosofar al hilo de la historia continental. No obstante, mucho me temo que, en el escenario de los rumbos actuales tomados por los estudios latinoamericanos, el énfasis histórico e historiográfico del pensamiento guadarramiano haya quedado irremediablemente anacrónico frente a los giros decolonial, feminista, ecológico e intercultural, entre otros, adoptados por el pensamiento latinoamericano durante las décadas transcurridas del siglo XXI1.

A manera de cuarto mosquetero sobreviviente, el cubano Pablo Guadarrama (n. 1949) completa el conjunto de grandes historiadores-filósofos de las ideas en América Latina, en la saga que iniciaron el uruguayo Arturo Ardao (1912-2003), el mexicano Leopoldo Zea (1912-2004) y el argentino Arturo Andrés Roig (1922- 2012), sin perjuicio, desde luego, de otros exponentes de la historia regional y continental de la filosofía latinoamericana (Jalif, 2001). En un superficial inventario, si el primero de los tres legó la indagación sobre los nombres de América, el segundo delineó la teleología emancipadora de la historia de América Latina y el tercero propuso la toma de conciencia histórica del individuo latinoamericano, Guadarrama, a partir de los aportes de estos y otros pensadores, reivindica el humanismo crítico de fondo que ha permeado toda la historia del pensamiento latinoamericano, tal como lo expone con detalle Rojas Osorio.

De acuerdo con su análisis, el humanismo guadarramiano ostenta las siguientes dimensiones: cosmovisiva, porque estima al ser humano como "valor principal en todo lo existente" (Guadarrama, como se cita en Rojas, p. 305); antropológica, porque afirma la condición humana, sin incurrir en esencialismos sobre la naturaleza humana; ética, porque con Kant reivindica al ser humano como fin en sí mismo; práctica, pues con el joven Marx apuesta por el ser humano de carne y hueso; crítica liberadora, porque fundamenta el cuestionamiento de todo poder opresor; jurídica, porque cimenta los derechos humanos, sin idealizaciones iusnaturalistas; política, porque apunta a la síntesis entre democracia y socialismo anhelada por Rosa Luxemburgo; universal, a la vez que diferencial, porque está abierto a la pluralidad de las expresiones de lo humano; pedagógica, porque aboga por una educación que fomente el perfeccionamiento del ser humano; utópica, pues se guía por la anticipación de mejores condiciones de vida. Para el filósofo cubano, Marx y Martí son los ejemplos emblemáticos de humanismo: el primero, por su crítica científica a la alienación; el segundo, por la defensa práctica de la dignidad humana.

En lo personal, siempre he simpatizado con esta voluntad comprehensiva de la filosofía latinoamericana emprendida por Pablo Guadarrama González, que no tiene inconveniente en enlistar, bajo la divisa humanista, costumbres ancestrales de los pueblos amerindios, sermones indigenistas de los sacerdotes coloniales, declaraciones republicanas de los políticos decimonónicos o filosofemas de los filósofos contemporáneos, por encima de las adscripciones filosóficas o las afiliaciones ideológicas de unos y otros.

Pero donde anida la virtud también asecha el pecado, porque el inconveniente de este lente humanista demasiado amplio consiste en no discriminar con suficiencia la distancia que va de una a otra manifestación. Por querer demostrar demasiado, el humanismo latinoamericano probaría demasiado poco, pues no dispondría de herramientas conceptuales para diferenciar entre una y otra posición ideológica o filosófica, pero, sobre todo, para establecer el uso específico de los discursos en cada circunstancia histórica.

Como señala Elías Palti (2005) en crítica de la historiografía filosófica de Zea, que podría extenderse a Guadarrama, la historia de las ideas latinoamericana se equivoca, al leer todo el pasado filosófico desde la precomprensión de un telos que impone el historiador desde sus propios deseos y negarse a mirar qué fue lo que en propiedad pretendieron y pudieron hacer con sus palabras los ideólogos en cada coyuntura histórica. Como ejemplo, Javier Sasso (1998) había mostrado ya el equívoco recurrente de considerar a Alberdi como fundador de la "filosofía americana", cuando él, con su célebre discurso de Montevideo, de 1842, en verdad representa la causa civilizadora proinglesa y pronorteamericana de la élite liberal de las nacientes repúblicas hispanoamericanas. Y frente al propio Zea y a otros exponentes del latinoamericanismo filosófico, Santiago Castro Gómez (1996) había advertido que la teleología utopista integracionista de los historiadores de las ideas les había impedido tener apertura mental para interpretar los acontecimientos históricos de cada momento, al enmarcarlos en una finalidad prestablecida, comprender las transformaciones históricas que escapan de sus dogmas ideológicos, e imponer un falso destino común sobre las particularidades nacionales y regionales de los pueblos latinoamericanos2.

Como se desprende del análisis exhaustivo de Rojas Osorio, la hermenéutica latinoamericanista de Guadarrama reincide en esos cargos levantados por la historiografía pragmatista de la historia intelectual, por la crítica arqueológica y genealógica de la historia de las ideas y por el nominalismo esencialista de los particularismos posmodernos y decolo-niales, así que su propuesta filosófica está pasada de moda. Y, en la medida en que la "filosofía latinoamericana", como proyecto filosófico, se inscribe en las coordenadas historicistas trazadas por Ardao, Zea, Roig y el propio Guadarrama, deberá declararse pasada de moda; asimismo, quienes, tras la huella de ellos y otros historiadores de las ideas, nos empecinamos en seguir cultivando este programa filosófico deberemos admitir nuestro anacronismo frente a los cuestionamientos y los actuales giros de los estudios latinoamericanos.

Sin embargo, para lanzarle a Pablo su propia tabla salvadora y aferrarnos también a ella, podemos mantenernos a flote gracias a la autenticidad que trasunta este proyecto filosófico en busca de la emancipación latinoamericana. Como lo revela con irrebatible suficiencia el libro que aquí presentamos es, sobre todo, el trabajo tesonero e incansable del pensador caribeño de trazar las rutas humanistas de la historia filosófica latinoamericana lo que avala aquella misión que embargó su quehacer filosófico y su propia praxis vital, como sabemos, a contracorriente de la exégesis filosófica germanófila, para la cual lo tenía destinado su primer doctorado en la República Democrática Alemana, en contravía del DiaMat enquistado en el marxismo, antes de la caída del Muro de Berlín, visto bajo sospecha por otros cultores de la empresa filosófica latinoamericanista.

Si con Hugo Biagini (2017), Damián Pachón (2022) y Adriana Arpini (Sociedad Peruana de Filosofía, 2021), entre otras voces de generaciones más recientes en el coro de la historiografía latinoamericanista de las ideas, replicamos a los reparos deficientemente sustentados de pragmatistas y genealogistas, descubriremos que la herencia de la filosofía latinoamericana de corte histórico sigue resonando, así otros aires filosóficos atraigan hoy más a las audiencias.

Pero que no hablen mis palabras, sino las pruebas recogidas por Carlos Rojas en la obra de Pablo. Se acusa a los filósofos latinoamericanos de corte historicista de sembrar sus prejuicios historiográficos en los personajes del pasado que estudian, pero lo cierto es que Bolívar, Martí y Hostos mismos propugnaron por la integración de una América Latina unida. Ellos, junto con Vasconcelos, Mariátegui y otros, anticiparon el programa emancipador de la filosofía de la liberación; en la acción y el pensamiento de todos ellos y muchos más alienta el humanismo utopista que recoge Guadarrama. En sus palabras:

[...] el proyecto humanista de los derechos del indio, del pobre, de las minorías discriminadas, ha animado a la llamada filosofía de la liberación, propugnada por Leopoldo Zea, Enrique Dussel, Horacio Cerutti Guldberg y Francisco Miró Quesada, entre otros continuadores de aquella generación reivindicadora del cultivo del pensamiento y la cultura de nuestra América (Rojas Osorio, 2022, p. 291).

Ahora bien, los historiadores latinoamericanos de las ideas no son meros notarios, pues les imprimen performativamente un sentido histórico a estas con sus interpretaciones. A propósito, llama la atención que los críticos pragmatistas reivindican el poder práctico de los discursos, pero se niegan a reconocer los efectos históricos de las categorías postuladas por los filósofos, con lo que desconocen que, por medio de ellas, también "hacen cosas con palabras" (Tovar, 2017, p. 51).

En el caso de Guadarrama, un balance justo demuestra que el alcance hermenéutico del humanismo postulado por él trasciende su propia obra, pues inspiró el programa investigativo multinacional sobre la filosofía ante la condición humana, proyecto que, en Colombia, estuvo a cargo del antiguo Instituto Pensar, bajo el liderazgo del recordado Guillermo Hoyos Vásquez.

Por cierto, un mérito no menor de la filosofía de la historia desarrollada por Guadarrama reside en la atención que les ha prestado a pensadores colombianos, en particular vinculados con el marxismo, como se expone en el capítulo XV del libro de Rojas Osorio. Jorge Eliécer Gaitán, Luis Eduardo Nieto Arteta, Antonio García Nossa, Estanislao Zuleta, Darío Botero Uribe y Rubén Jaramillo Vélez son objeto de su atención, pero lo que aquí deseo destacar es que, gracias a sus acercamientos a autores y temas de este país, nuestro filósofo ha contribuido como nadie a suplir la casi total ausencia de referencias directas al trabajo filosófico en Colombia dentro de la historiografía filosófica continental, vacío sobre el que llamé la atención hace algún tiempo (Tovar, 2010). Por fortuna, el trabajo meticuloso y generoso de Carlos Rojas Osorio ha posibilitado que, en la filosofía colombiana, paguemos esa deuda de gratitud con Pablo.

En definitiva, el pasado de moda proyecto filosófico de Guadarrama tiene, paradójicamente, plena vigencia, lo cual no significa que las nuevas generaciones deban proseguirlo de la misma manera que maestros como él y los demás mencionados, igual que hoy los compositores clásicos valoran, pero no intentan crear, contrapuntos barrocos.

Así los caminos seguidos luego por algunos pensadores se resuelvan en teoría de la racionalidad, como en Miró Quesada; en antropología, como en Roig; o en ética, como en Dussel, consideramos que el rastreo filosófico del pasado sigue siendo la característica determinante para hablar en propiedad de "filosofía latinoamericana". Solo que una historia crítica de las ideas de corte humanista deberá asumir hoy el reto del giro posthumanista, tanto frente a la naturaleza y los animales no humanos como frente a los desarrollos tecnológicos. Del mismo modo deberá superar su androcentrismo patriarcal para rescatar y reconocer el trabajo de las pensadoras latinoamericanas a lo largo de la historia, tal como ya lo hacen herederas de Zea y de Roig, como María del Rayo Ramírez y la propia Adriana Arpini, entre otras autoras.

Asimismo conviene abrir nuevos espacios de colaboración entre historiadores de las ideas y decolonialistas, que podrán encontrar en aquellos los signos históricos afirmativos que, en ocasiones, les faltan a sus visiones críticas de la diferencia colonial. Por supuesto, sin pronunciarme ahora de la disgregación de este movimiento, que es asunto de otra discusión, pero en la cual pueden gravitar los problemas insinuados aquí.

Tomamos prestado un término que Roberto Rodríguez Aramayo le apunta a Kant (1994) y consideramos, en conclusión, que el proyecto de la historia crítica de la filosofía latinoamericana, encarnado de manera eminente por Pablo Guadarrama González, es irrefutablemente anacrónico, pero no por falta de pertinencia histórica, sino porque es ucrónico.

Como advierte Carlos Rojas Osorio (2022), en el apartado de cierre:

[...] toda vez que los seres humanos esbozamos un futuro, una sociedad mejor, es inevitable que usemos un lenguaje utópico. El problema no es la utopía, que existe desde muy antiguo, sino la concreción con la que la planteemos, de modo que pueda incidir prácticamente en nuestras luchas (p. 361).

Al trascender toda sospecha de anacronismo, este libro será imprescindible para articular el ucronismo humanista de Guadarrama con los giros recientes y las tareas futuras de la filosofía latinoamericana.

Bogotá, martes 20 de junio de 2023.



Notas

1 A manera de ilustración general puede verse Poblete (2021).

2 La segunda edición ampliada fue publicada por la Universidad Javeriana en 2012.



Referencias

Biagini, H. (2017). La historia de las ideas, sus corredores y la historia intelectual. Cuadernos Americanos: Nueva Época, 2(160), 11-28.

Castro-Gómez, S. (1996). Crítica de la razón latinoamericana. Puvill.

Devés, E. (2020). Los estudios de las ideas y las intelectualidades en América Latina a inicios del XXI: cartografía, trazos característicos y evaluación. Un ensayo con perspectiva personal. Primera parte: Cartografía de los estudios eidéticos. Wirapuru. (1), 100-119.

Jalif, C. (2001). Semillas en el tiempo: el latinoamericanismo filosófico contemporáneo. Universidad Nacional del Cuyo.

Pachón Soto, D. (2022). La nueva historia intelectual frente a la historia de las ideas: algunas simplificaciones críticas. Hallazgos, 19(31), 1-26.

Palti, E. (2005). De la historia de "ideas" a la historia de los "lenguajes políticos", las escuelas recientes de análisis conceptual: el panorama latinoamericano. Anales, (7-8), 63-81.

Poblete, J. (ed.). (2021). Nuevos acercamientos a los estudios latinoamericanos: cultura y poder. Clacso.

Rodríguez Aramayo, R. (1994). El utopismo ucrónico de la reflexión kantiana sobre la historia. En I. Kant, Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre filosofía de la historia (pp. IX-XLIV). Tecnos.

Rojas Osorio, C. (2022). Pablo Guadarrama González, filósofo latinoamericano. Archivo General de la Nación.

Sasso, J. (1998). La filosofía latinoamericana y las construcciones de su historia. Monte Ávila.

Sociedad Peruana de Filosofía. (15 de abril de 2021). Actualidad de la historia de las ideas de Latinoamérica [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=Cwqqa0zFdMM&t=3380s

Tovar, L. (2010). Colombia en la historiografía filosófica latinoamericana: rastros de una ausencia. En G. Reyes Corredor (comp.), Filosofía y cultura en Colombia y América Latina. Universidad Santo Tomás.

Tovar, L. (2017). La historia de las ideas en América Latina, modelo para desarmar. En G. Reyes y L. Tovar (eds.), Investigaciones en filosofía y cultura en Colombia y América Latina. Universidad Santo Tomás.




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