Resumen
La laicidad, como imaginario social, como atención hacia la diferenciación entre autoridad religiosa y política y reconocimiento de la pluralidad religiosa, en la Indonesia de la post-independencia sin lugar a dudas existe. Si, por una parte – tal como Senegal y Turquía – Indonesia es un Estado islámico a punto de introducir la democracia en su sistema institucional tradicional y de elaborar un modelo propio de las relaciones religión-estado en sentido democrático, por otra parte es el único Estado en el que la ciudadanía está relacionada con la religión, aunque religión y autoridad política estén separadas. Esto implica que la pertenencia religiosa determina el tipo de educación religiosa y el “derecho de la persona” al cual uno está sometido. Además, las religiones están, pues, fuertemente reglamentadas por el Estado. Tal como subraya la autora en este artículo, con la intención de englobar toda la vida social y civil en los dos regímenes autoritarios de la post-independencia (1945-1965 e 1965-1998) para llegar al objetivo del orden político y del crecimiento económico, los burócratas estatales han intentado “modernizar” la religión, burocratizándola profundamente. En la Indonesia de la post-independencia, la religión no solo ha sido convertida en “manejable”, “accesible”, sino también ha sido entregada al servicio de las políticas del Gobierno.